Mucho antes de saber asociar las letras con sonidos que se aliaban y formaban palabras, mucho, mucho antes...caí rendida ante los libros. Todo me fascinaba: el tamaño, las tapas ( de cartón más duro o más blando), las imágenes, los colores, los bocadillos de los cómics y, por supuesto, las letras. Aquellos garabatos indescifrables eran una invitación sin fin a la imaginación. Como no sabia leer, me lo inventaba. ¿No se inventaba mi madre los cuentos cuando íbamos en el coche sin tener ninguna letra a mano para ayudarle? ¿No se inventaba mi hermano las canciones en la ducha? Eso sí era libertad, poner contenido a mi antojo a todo papel que caía en mis manos, con la ventaja de poder cambiarlo cada día según me pareciese oportuno. Así podía recuperar los cómics de Astérix una y otra vez porque en cada "lectura" la historia tenía un matiz diferente. Miraba y remiraba las ilustraciones de los cuentos de Beatrix Potter y cada vez encontraba al conejo Benjamín de un humor diferente.
Tras años de inventar mi propia ficción, me enseñaron a leer y se me abrió otro mundo de posibilidades. Las historias tiraban de mí y me conducían a parajes insospechados. Las letras con significado me atraparon por completo. Mi madre me advertía: ¡Este libro te tiene que durar al menos tres días! Y según abría espacio a la literatura para adultos, perdía a poquitos esa capacidad de inventar, de abrir un libro e imaginar mi propia historia.
Ya adolescente, una gran amiga me regaló un cuento para niños. La historia era muy sencilla, las ilustraciones bellas y sugerentes. Invitaban a imaginar más allá de lo que estaba escrito. Me acordé de esos días cuando interpretaba los Astérix a mi manera y mi hermano, para hacerme rabiar, me intentaba convencer de que esas no eran las historias que allí estaban escritas.
Los cuentos no tienen edad porque los mensajes que trasmiten son sencillos y universales. Y siempre quedan las ilustraciones para jugar con ellas.
¿Los utilizaríais en clase de ELE? Creo que yo habría disfrutado mucho aprendiendo con ellos en mis primeras etapas de aprendizaje en otras lenguas.
Os dejo una sugerencia de una editora valiente que sacó adelante su proyecto Cuento de luz en un garaje madrileño, hace apenas dos años. Cuento de Luz se ha convertido en el sello infantil más seguido en la red social después de Disney.
Y colorín colorado... la entrada nostálgica ha terminado! (perdonadme la rima fácil pero así las hacía de pequeña, otro ramalazo infantil cursilón!)
Los cuentos están publicados en varios idiomas, al igual que en Kalandraka, una editorial gallega más que recomendable.